Buenaventura González del Campo

Presidente de SIGAUS

En 2021 se ha producido un aumento de la inflación que ha estado condicionada por el aumento de los precios internacionales de las materias primas y de la energía que, desde los niveles anormalmente bajos que alcanzaron en 2020, han escalado por encima de los que mostraban en 2019.

Carta del Presidente

El informe anual que presentamos en estas páginas vuelve a reflejar la etapa de incertidumbre generada por la pandemia que paralizó al mundo en 2020 y que ha comenzado a recuperarse en 2021. Esta recuperación se debe, en gran medida, a la capacidad de la ciencia para crear vacunas en tiempo récord que han reducido los peores efectos de la Covid-19. Este hito científico, sumado a las altas tasas de vacunación en España, ha empezado a marcar la senda de la recuperación de la normalidad, aunque sin haber logrado todavía los niveles prepandemia. Un objetivo que aún se ve lejano en nuestro país.

Aunque en 2021 la actividad económica ha ganado en dinamismo, también se ha producido un aumento de la inflación que ha estado condicionada por el aumento de los precios internacionales de las materias primas y de la energía que, desde los niveles anormalmente bajos que alcanzaron en 2020, han escalado por encima de los que mostraban en 2019. Esto ha tenido como resultado que se haya cerrado el año con una tasa anual del IPC del 6,5% y un Índice de Precios Industriales del 35,9%, convirtiéndose en las tasas más altas desde 1992 y 1976, respectivamente. A todo esto se añade que, a partir del tercer trimestre de 2021, también han impactado las tensiones en las cadenas de suministro globales.

Esta realidad indica que la recuperación económica, que en España se ha traducido en un incremento en el PIB del 5,1%, está impulsando una demanda de energía que crece a un ritmo muy elevado y cuya satisfacción requiere incrementar el uso de combustibles fósiles. De esta forma, suben los precios y, para las instalaciones sometidas a permisos de emisiones, se ven incrementados con el coste del carbono, que también va en aumento al crecer su demanda. En el caso de la Unión Europea, estas tensiones se ven agravadas por su elevada dependencia energética y las dificultades que entraña la modificación de la regulación en el contexto comunitario, a la vez que se mantienen ambiciosos compromisos ambientales conjuntos.

El alza de precios en un bien imprescindible como es la energía compromete la viabilidad de muchas empresas, ya de por sí muy afectadas por la pandemia, y reduce la renta disponible de muchos hogares, ahondando la desigualdad y acercándolos peligrosamente a la exclusión social. Y en cuanto a las empresas industriales, se compromete seriamente la viabilidad de muchas de ellas, lo que ha ocasionado que en 2021 tuvieran que parar parte de su actividad y reducir su producción.

Y todo ello con una agenda europea que sigue incidiendo en la lucha contra el cambio climático. Así, en julio de 2021, la UE aprobó el paquete “Objetivo 55”, que incluye 11 textos legislativos con medidas interrelacionadas para conseguir una reducción del 55% de emisiones de gases de efecto invernadero respecto a los niveles de 1990, lo que sería la antesala para lograr la neutralidad en carbono en 2050. Asimismo, a finales de año tuvo lugar la COP26, donde se alcanzaron acuerdos sobre reducción de emisiones de metano, menor uso del carbón, financiación forestal, reducción de ayudas a los combustibles fósiles, financiación climática e innovación tecnológica.

Si analizamos el impacto de este agitado escenario en nuestro sector, encontramos que el consumo de productos petrolíferos ha subido un 9,4% respecto al año anterior, según la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (CORES). Con la excepción de los gases licuados del petróleo (GLP), el consumo de productos como la gasolina, gasóleo y fuelóleo crecieron con fuerza en 2021, destacando especialmente el consumo de queroseno con un incremento del 38,8%.

Estos incrementos en el consumo son una buena muestra de cómo la movilidad se ha reactivado en 2021, si bien la ausencia de materias primas y la crisis de componentes en la industria del automóvil han impactado negativamente en la comercialización de lubricantes. Según los datos de la Asociación Española de Lubricantes (ASELUBE) las ventas aumentaron un 10,7%, con un crecimiento más sólido en automoción (11,9%) que en industriales (8,8%), en línea con los datos del mercado que maneja SIGAUS.

En SIGAUS somos muy conscientes de la complicada situación que se ha generado en 2021, y que se ha acentuado en 2022. Nuestra forma de contribuir a su resolución es activar los mecanismos necesarios para permanecer fieles a nuestra esencia, que no es otra que proteger el medio ambiente del impacto negativo de los aceites usados, y seguir impulsando el modelo de Economía Circular que se continúa implantando en la Unión Europea.

Con una imagen corporativa renovada, nuestra organización ha seguido apostando en 2021 por la eficiencia y la sostenibilidad. Gracias a ello, el 100% del aceite usado recuperado ha sido sometido a distintos tipos de tratamientos para convertirlo en nuevos productos. Así lo mostramos, por ejemplo, en el Informe de Progreso emitido durante el ejercicio, y con el que hacemos un análisis transparente de la labor del Sistema ante nuestros grupos de interés y evidenciamos nuestro compromiso como entidad firmante del Pacto Mundial de las Naciones Unidas desde 2011.

Creemos que todo este esfuerzo está bien reflejado en el presente informe, que cuenta con el aval de una verificación externa y se ha elaborado conforme a los Estándares GRI. Un esfuerzo que merece el reconocimiento a todo el equipo de SIGAUS, así como a nuestros socios y al resto de la cadena de gestión.

Entre todos, con constancia y determinación, vamos consiguiendo que este residuo sea cada vez más un recurso.

La movilidad se ha reactivado en 2021, si bien la ausencia de materias primas y la crisis de componentes en la industria del automóvil han impactado negativamente en la comercialización de lubricantes.

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